Editorial

Osvaldo Reyes1

Autores/as

DOI:

https://doi.org/10.37980/im.journal.revcog.20232190

Palabras clave:

editorial, noticias falsas

Resumen

El mundo de las revistas científicas no está exento de los dramas que podemos encontrar en otros ámbitos literarios. La más reciente gira alrededor de la propuesta de la revista eLife, cuyo editor prometió a inicios del año que publicaría todos los artículos recibidos, una vez fueran enviados a la revisión por pares. Esto implicaría que los involucrados en estudios de investigación jamás volverían a recibir una carta de rechazo, medida que fue recibida con aprecio y desconfianza por partes iguales. Por un lado, se evitan los criterios subjetivos de los revisores, que podrían considerar que un tema no amerita ser publicado por carecer de interés (decisión que algunas veces proviene de una impresión personal y no de un entendimiento real que hasta pequeños hallazgos pueden tener grandes repercusiones), pero, por el otro, ponen a disposición de miles de miembros del sistema de salud artículos que podrían estar sesgados, plagados de errores metodológicos o, y no sería la primera vez, ser el fruto de la imaginación del o los autores. Cuando ponemos en la balanza ambos escenarios, creo que es evidente el riesgo que representa el segundo por encima del primero.

Aun cuando puede parecer una buena idea y entiendo el loable propósito detrás de la premisa, es una medida peligrosa en el mundo moderno altamente globalizado. La existencia de las fake news es una prueba fehaciente del riesgo que representa un rumor convertido en realidad por el poder de las redes sociales. En el caso de los artículos científicos, que pueden ser modificados y disecados a criterio del lector, presentando solo la información que necesitan para defender un punto de vista, es una herramienta volátil. Si estas investigaciones no pasan por el riguroso proceso de revisión y edición que ofrece la evaluación por pares, liberamos al mundo, con la etiqueta de “artículo científico” datos que podrían convertirse en normas de atención, con el potencial de afectar la salud de miles de personas en todo el mundo.

La única forma de hacer frente a esta situación y que ideas como la del eLife funcionen es desarrollar en los receptores de estos artículos la capacidad de evaluar de manera crítica estos estudios. Lamentablemente, el tema de “lectura crítica” no forma parte de la mayoría de los programas universitarios de medicina, reduciéndose a pequeños cursos (muchas veces no obligatorios) que solo llegan a unos pocos interesados. Mientras no logremos que la mayoría de los egresados del sistema de salud tengan la capacidad de discernir que conclusión presentada es válida o no, el publicar de manera indiscriminada no es más que una bomba de tiempo que, tarde o temprano, nos cobrará nuestra falta de visión.

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  • Publicado

    2023-04-30

    Número

    Sección

    Editorial